La
literatura infantil se ha desarrollado siempre bajo la mirada del adulto. Han
sido los adultos los que han decidido siempre qué libros leer y cuáles no, por
lo tanto son ellos los que han modelado el gusto de los lectores. Pero, ¿Es
lícito que un crítico imponga si opinión? ¿Bajo qué conceptos está proponiendo
lecturas?
Actualmente
los libros para niños son una poderosa industria que reporta buenos beneficios,
sin embargo, apenas tienen un pequeño espacio en la crítica de los medios de
comunicación.
En el siglo
XX, se reafirma la idea de la infancia como un estadio importante del
desarrollo, como un momento crucial en la evolución de la persona. Esto ha
propiciado que el libro volviera a tener los objetivos que ya tuvo en siglos
pasados: la introducción y el aprendizaje, sobrevalorando determinado aspectos
que se adecuan a los planes escolares o a, simplemente, las intenciones
pedagógicas del momento.
La producción
de libros para niños ha ido creciendo hasta dar al año miles de títulos sobre
los que resulta imprescindible ejercer la selección. Para esta sobreabundancia
resulta imprescindible ejercer una crítica fundamentada. La producción crece
cada mes, nadie puede leer todo lo que se publica y por eso resulta
indispensable que haya personas dedicadas a desbrozar un poco el camino, a opinar
y, por lo tanto a recomendar o no.
Ahora bien,
esto plantea un problema, y es como ya hemos indicado que los libros infantiles
son libros escritos por adultos, recomendados por adultos y cuyos destinatarios
son los niños. El adulto que vaya a analizar libro para niños deberá tener en
cuenta muchos aspectos que hacen de este ejercicio una labor casi única. En
primer lugar, para ejercer la crítica resulta indispensable ser un lector. Un
lector o lectora de amplia formación que, no sólo lea libros para niños, sino
también literatura son adjetivos.
Pero realmente,
¿Para quién hacemos la crítica? Sin duda la respuesta es para el adulto, porque
será él quien seleccione los libros, quien se deje orientar y quien será
influido por nuestra opinión. Por lo que las reseñas deberán tener en cuenta a
los destinatarios; un padre que pueda decidirse a la hora de elegir un libro
para su hijo o hija, un bibliotecario que se decida a incorporar la obra a su
fondo, una maestra que recomiende en clase su lectora, etc.
De esta
manera, la crítica cumple varias funciones. La primera función y la más
importante, es para descubrir libros importantes que no deberían pasar
desapercibidos, pero también escribir sobre aquellos libros que están injustamente
de moda, para advertir de los libros que no valen la pena leer, para esclarecer
hacia dónde va la producción, para dar pautas en la elección personal de cada
uno y, sobre todo, para incitar a leer, para mostrar que la literatura para
niños está viva, para elegir.
Ana Garralón
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